Por primera vez en su historia, el Jimbee Cartagena Costa Cálida pisaba el escenario de una Final Four de Champions. Pero la ilusión chocó de frente con la realidad más dura: la de la efectividad ajena y la falta de fortuna propia.
En el Antares Arena de Le Mans, ante el aliento de un centenar de valientes cartageneros que cruzaron media Europa para soñar, el equipo de Duda cayó por 2-3 frente a un Kairat Almaty más práctico que brillante. El conjunto kazajo, liderado desde la portería por un titánico Dennis Cavalcanti, resistió las embestidas rojiblancas y se clasificó para la final, dejando a los meloneros con el consuelo amargo de disputar el tercer puesto.
Jimbee salió al parqué como un debutante sin miedo. Presionó alto, movió el balón con ritmo y generó ocasiones. Motta rozó el gol en dos ocasiones, Mellado y Darío también lo intentaron, pero el balón se negó a entrar. El Kairat, discreto pero letal, golpeó primero. En una jugada aislada, Allison remató con precisión en un saque de estrategia y puso el 0-1. Un mazazo inesperado por lo poco que había ofrecido su equipo hasta ese momento.
El golpe no desanimó a Cartagena. El empate llegó justo antes del descanso, con Mellado aprovechando una rápida transición. El gol no estuvo exento de polémica: los kazajos reclamaron un penalti previo que el VAR revisó sin cambiar el marcador. Y aún hubo más: Darío Gil marcó acto seguido, pero el VAR esta vez sí intervino para anularlo por un toque fantasma que nunca existió.
Descanso
La segunda parte fue un asedio. Tomaz, Fran Cortés, Gon Castejón… todos lo intentaron. Pero cada tiro encontraba un muro: el de Cavalcanti. Cuando el partido se abría, el Kairat volvió a golpear. Otra vez Allison, en una contra, silenció a los españoles. Era el minuto 36 y tocaba arriesgarlo todo.
Duda apostó por el portero-jugador. La posesión fue total, el asedio también. Pero el héroe de la noche tenía guantes. Cavalcanti sacó un tiro de Motta y, desde su campo, marcó un gol histórico que parecía sentenciar el duelo. Quedaban poco más de 60 segundos.
Aún hubo tiempo para más emociones. Waltinho se estrelló con el palo, y una mano kazaja regaló un penalti que Motta convirtió con frialdad. A 28 segundos del final, el empate aún era posible. Gon Castejón, improvisado portero-jugador, incluso evitó el 2-4. Y Mellado, en el último aliento, no llegó por centímetros al centro de la esperanza.
El pitido final dejó un marcador cruel: 2-3. Jimbee Cartagena fue más, quiso más y buscó más. Pero el Kairat fue más eficaz. De eso va el fútbol sala, a veces: de aprovechar lo poco que tienes y resistirlo todo.
Cartagena soñó, y aunque despertó con el sabor amargo de la derrota, firmó una página histórica. Porque a las grandes noches se llega cayendo primero.